jueves, 2 de mayo de 2013

Reimaginar La Habana

 
Reimaginar La Habana
A paso lento, Cuba cambia ¿también lo hará el aspecto de su capital?
Sergio Zepeda
Grupo Reforma

 La Habana,  Cuba (11 diciembre 2011).- Posar los ojos en algún detalle que brinde nueva luz a la misma ciudad que cautiva desde hace décadas se antoja imposible, pero esa es la consigna: encontrar aquellos detalles que reflejen en el paisaje urbano de esta histórica capital la lentísima pero sistemática "apertura" cubana. Si las leyes están cambiando, ¿lo hará también la ciudad?

Luego de recorrer las calles perfectamente pintadas frente a la Plaza de la Catedral en La Habana Vieja, cierto atisbo se revela. Caminamos por la calle O'Reilly y frente al número 308 nos topamos con Factoría Habana, un espacio que en 2009 pasó de edificio industrial a galería de arte.
Se trata del punto de reunión de jóvenes arquitectos y artistas locales, y quizás de uno de los edificios que mejor ejemplifica los aires de cambio en la isla. Debido a que su modificación fue supervisada a rajatabla por el órgano de gobierno encargado de la conservación del centro (la Oficina del Historiador), se jerarquizaron los elementos originales de la estructura. Todo con tal de preservar las características arquitectónicas de diversas épocas que hicieron de La Habana Vieja Patrimonio de la Humanidad en 1982. En el caso de la Factoría, se trata de una fachada colonial y una estructura industrial del siglo 19.
La sutil transformación de la Factoría recogió elogios; incluso el proceso lo detalló la publicación Design Observer en mayo. La pregunta es si en un futuro no tan lejano este tipo de intervenciones se convertirán en la 'atracción' turística, una vez encarrerada la ley que permite a los cubanos comprar y vender propiedades, vigente desde el 10 de noviembre pasado.
"Sería factible que los recursos de algunas personas, que son en realidad muy pocas, se utilizaran para restaurar la Ciudad Vieja", explica José Fornés, Presidente del Centro de Restauración de Sitios Históricos de La Habana.
Según los expertos, lo más probable es que el paisaje del centro cambie poco; serían otros barrios los que, eventualmente, se renovarían. Se trata de proyectos como los propuestos en la revista cubana Dédalo por los arquitectos Orlando Inclán, Marilyn Mederos, Ihosvany de Oca y Maikel Menéndez. Respectivamente, lo que buscan es restaurar casas deterioradas en Centro Habana, colocar sombrillas junto al Cristo de Casablanca y construir un centro comercial en Alamar.
Quién sabe si estos bocetos se concretarán algún día, pero soñar no cuesta más que un viaje a Cuba. Después de todo, la Habana Vieja es demasiado vieja como para desesperar.
 Tiempo de reformas
Este año el gobierno cubano ha reformado una serie de leyes para permitir cierta libertad económica en la isla. Recién en septiembre se hizo posible la compraventa de autos y en noviembre, también la de propiedades. La más reciente de estas medidas económicas permite desde el 1 de diciembre que los agricultores privados del país puedan vender sus productos directamente a las empresas turísticas, sin tener que utilizar a los intermediarios estatales.
El resultado de muchas de estas reformas aún está por verse, aunque por lo pronto ya han permitido mayor margen de acción a los 589 mil agricultores y los 147 mil cubanos que ejercen actividades privadas permitidas.
 De variada influencia
La capital cubana atrae por lo heterogéneo de su arquitectura. El antiguo centro de la ciudad fue inscrito en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1982 debido al sistema de fortificaciones que los españoles construyeron a lo largo de los siglos 17 Y 18. En 1762, en plena Guerra de los Siete Años, una imponente armada inglesa dominó la isla durante once meses y dejó su legado.
En el siglo 19 una ola de inmigración china modificó el paisaje urbano de una parte de la capital. Durante la era de la Prohibición en Estados Unidos, los ciudadanos de ese país convirtieron el centro habanero en su zona de juegos preferida. Hoy, nos adentramos en el encanto de La Habana Vieja y sus alrededores.
 La Catedral
Quizá una de las primeras paradas de los cruceristas recién desembarcados sea la Plaza de la Catedral, que debe su nombre al templo barroco de mayor importancia en la isla. La Catedral de San Cristóbal de La Habana, esa que el escritor Alejo Carpentier describió como "música convertida en piedra", se alza al lado oeste de la plaza.
Un dato para los curiosos: la nave central de la catedral alguna vez albergó los restos de Cristóbal Colón, pero fueron exhumados con la retirada de los españoles en 1899 y trasladados a Sevilla; luego las cenizas fueron llevadas a Génova y a Pavia. No obstante, aún existe una lápida que señala el lugar donde se encontraban los restos.
 El Capitolio y el Gran Teatro
Ubicados en el Paseo del Prado, cada uno ocupando una manzana, estos edificios contiguos son la muestra perfecta de lo ecléctico de la arquitectura cubana. Quien pasee por allí y se detenga un momento a observar se dará cuenta de inmediato: el edificio del antiguo Centro Gallego, donde se encuentra el Gran Teatro de la Habana, tiene elementos típicos del ecléctico neobarroco. El edificio fue construido en 1907 y utilizado principalmente para mostrar producciones operísticas de gran renombre. Casi un siglo después, ahí se presenta regularmente el Ballet Nacional de Cuba.
El Capitolio es un tanto más moderado en su estilo. Su cúpula de casi 92 metros de altura es el segundo punto más alto de la ciudad y, al interior, una de las bóvedas de estilo renacentista más importantes del mundo. De hecho, algunos incluso comparan estar en el edificio con mirar la cúpula de la Basílica de San Pedro, en Roma. Generalmente se encuentra abierto y la entrada es gratuita, pero ahora está en remodelación.
 El Floridita
Nadie es inmune al bar ubicado en el número 557 de la calle Obispo, en la esquina con Monserrate, que ejerce su influjo hasta en las personalidades más reticentes. Resulta imposible negarse: después de unos cuantos daiquirís, uno irremediablemente termina al lado de la estatua de Ernest Hemingway, sacándose la foto ante la mirada burlona de los demás turistas que llenan el lugar, incluso en un lunes a media tarde. Seguro la idea de pasar un lunes en esta barra no le desagradaría nada a Hemingway: a mediados del siglo 20, el escritor estadounidense fue una presencia en este bar especializado en daiquirís. Ahí, el autor de Por quién doblan las campanas ordenaba su trago preferido. ¿Los ingredientes? Ron, jugo de toronja y marrasquino.
 El Barrio chino
Hoy queda poco de lo que alguna vez fue uno de los más grandes barrios chinos del continente, ubicado a unas cuadras de distancia del Capitolio, y pasando a través del típico arco que marca la entrada a las cinco calles que conforman la zona.
Entre sus callejoncitos con casas medio derruidas aún se encuentran algunos vestigios de la cultura oriental: una farmacia homeopática, un antiguo periódico, una escuela de artes marciales... Si uno tiene suerte, podrá ver a los chicos mientras practican sus movimientos en el patio de un antiguo edificio.
Pero dicen quienes saben que lo más interesante del barrio son las Sociedades Chinas de Instrucción y Recreo, una especie de restaurantes, bares y casinos que se ubican en la calle Dragones. Nunca está de más aventurarse.
 La Bodeguita del Medio
Obligado es llevar un plumón de tinta permanente. En La Bodeguita del Medio, hogar de los mojitos más famosos del planeta, la tradición es firmar las paredes. Entre más grande y aparatoso, mejor.
Cuentan que un día el periodista Leandro García, uno de los clientes frecuentes del local, decidió como gracejada estampar su nombre en uno de los muros y la tradición pegó. Tanto, que más de 60 años después prácticamente no queda espacio libre para firmar. Ahí están las firmas de Agustín Lara, Errol Flynn, Salvador Allende, Nicolás Guillén, Brigitte Bardot y, por supuesto, Ernest Hemingway.
"Mi mojito in La Bodeguita, my daiquirí in El Floridita", escribió el estadounidense. El localito está ubicado en el número 207 de la calle Empedrado, a unos cuantos pasos de la Plaza de la Catedral.
 El Morro
En el Castillo de los Tres Reyes del Morro y Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, los turistas pueden ver, y sobre todo escuchar, cómo se dispara un antiguo cañón del siglo 18. A las nueve en punto de la noche, 11 chicos vestidos como en aquella época desfilan por el fuerte y recrean la ceremonia que se realizaba para anunciar el cierre de la bahía y las puertas de las murallas.
Primero, el anuncio del farolero (¡atención! ¡el ilustre gobernador, da la cordial bienvenidaaaa!). Después, el cambio de guardia al compás de un tambor. Unos minutos más tarde, toda la dotación marcha hacia la batería de cañones y, una vez ahí, se escuchan las órdenes del oficial: "¡Para el cañonazo de las nueve, carguen!"; "¡elevación máxima!"; "¡encender el botafuego!"; "para una salva, a mi orden, ¡fuego!".
El viajero sólo percibe un flashazo y permanece preguntándose si en realidad se habrá disparado una bala de cañón. Una investigación posterior le revelará que se trata tan solo de un saco de yute. No importa, el efecto es el mismo. 
Guía práctica
CÓMO LLEGAR 
Nuestra experiencia: volamos desde la Ciudad de México a La Habana con Interjet, el vuelo que dura cerca de tres horas.
Otras opciones: Aeroméxico también ofrece vuelos a la isla, la mayoría de ellos con escala en Cancún.
 CUÁNDO IR
Casi cualquier época del año es ideal para viajar a Cuba, debido a su clima cálido. No obstante, quizá sea buena idea evitar la isla durante la temporada de huracanes en el Atlántico, que sucede entre septiembre y noviembre.
 DÓNDE DORMIR
Nuestra experiencia: nos hospedamos en el hotel Occidental Miramar, situado en la Quinta Avenida del Barrio Miramar, al Oeste del Centro.
Otras opciones: el Hotel El Nacional, inaugurado en 1930, se encuentra en el barrio del Vedado. Todavía conserva su antiguo esplendor y el lujo que lo caracterizó durante gran parte del siglo 20. El Tryp Habana Libre, de la cadena Meliá, también se encuentra en El Vedado, justo donde comienza la zona conocida como La Rampa. Es un buen lugar para poder caminar por el malecón y conocer parte de la vida nocturna de la ciudad.
En casi todos los barrios se ofrece la posibilidad de hospedarse con alguna familia. Una opción para espíritus aventureros que se busca llegando a La Habana.
 DÓNDE COMER
Nuestra Experiencia: comimos en el restaurante El Aljibe, ubicado en la calle séptima del barrio Miramar. El pollo asado es la especialidad de la casa. Hay que comerlo también con arroz bañado en caldo de pollo y acompañado con frijoles.
Otras opciones: "los paladares" son sitios para comer que se encuentran dentro de casas de familias cubanas. Tienen la ventaja de que lo que uno paga por la comida se queda en el bolsillo de los cubanos, a diferencia de lo que ocurre en los restaurantes que maneja el Estado. Lo mejor es dejarse llevar por el azar y comer en alguno de "los paladares" de la zona donde uno se encuentre.
Quizá uno de los más famosos sea el paladar La Guardia, ubicado en el número 418 de la calle Concordia. Eso sí, hay que reservar con al menos un día de anticipación.
 QUÉ BEBER
Los cubanos acostumbran a beber su ron "derecho", con un hielo cuando mucho. Y hay que probar los clásico mojitos de la Bodeguita del Medio y los daiquirís de El Floridita.
 MONEDA
Se manejan dos monedas, una para cubanos y otra para extranjeros. La de turistas es el Peso Convertible (CUC), que equivale a cerca de 15 pesos.
 CÓMO MOVERTE
El sistema de transporte en Cuba requiere de una larga explicación. En primer lugar, están los taxis oficiales para turistas, aquellos que pertenecen al Estado y se ofrecen en los hoteles. Pueden distinguirse por sus placas azules. En segundo lugar se encuentran los vehículos privados (placas amarillas) y algunos de ellos cuentan con permisos estatales para transportar a los turistas. Los que no tienen permiso, muchas veces se arriesgan a recoger a los viajeros, por lo que siempre hay que ponerse de acuerdo con el conductor con respecto a la tarifa. También existen los llamados colectivos, que son en su mayoría autos de los años 40.
En teoría, sólo pueden llevar cubanos. Sin embargo, la mayoría de los conductores estarán dispuestos a llevar a los visitantes. En el Centro se puede abordar un bicitaxi, que transporta por la zona.
QUÉ LEER
'Tres Tristes Tigres' (1964), novela cumbre de Guillermo Cabrera Infante, relata la vida nocturna de La Habana de los años 50.
 TRÁMITES
Todo turista debe contar con una visa y un seguro médico. La visa se puede adquirir en el mostrador de la aerolínea en el aeropuerto de México. Cuesta 15 CUC. Generalmente los touroperadores ofrecen paquetes con trámite incluido.
 PARA SABER
Si vas a llevar tarjetas de crédito, recuerda que no pueden ser expedidas por compañías estadounidenses. Por lo tanto, las tarjetas de Banamex, expedidas por Citibank, no sirven en la isla.
 CON QUIÉN CONTRATAR
Nuestra experiencia: fuimos con la agencia especializada en mercado gay Travel Out Loud.

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